
Anoche te esperè, mas no viniste,
la cena estaba lista, nada especial, tù sabes,
cocina y lapicera no se llevan,
el mantel nuevo, copas de vino,
un par de velas en concordancia
con los detalles estudiados de la estancia.
Anoche te esperè, mas no viniste,
hasta estrenè el vestido,
ese que dije nunca me pondrìa,
la bijouterie hermoseaba
el escote profundo lucido con osadìa,
mis piernas largas se erguìan
sobre tacones de parco andar.
Anoche te esperè, mas no viniste,
la cena se enfriò,
vacìas las copas, pronto se durmieron,
las velas se apagaron, cansadas de esperar,
tù sabes, cocina y lapicera...
mi vestido, el escote...
Una làgrima corriò con deseos
lùdicos,
los pàrpados pesados
cayeron sin vacilar.
Anoche te esperè, mas no viniste,
y el tiempo se esfumò sin horas de reloj,
con movimientos quedos,
con seres animados inanimados,
con una multitud de gente que no era gente,
y de pronto, te vì
allì, entre el montòn,
sabìa que eras tù, te resaltò tu luz.
En tono de reproche, te dije,
anoche te esperè, mas no viniste,
y tu sonrisa franca respondiò,
-eso no importa,-es cierto,
-estàs, es lo que cuenta,
y la felicidad, no por soñada,
ha de tener menos valor,
ya disfrutemos.